CERRATO INSOLITO

ISACIO CALLEJA

 

 

 

 

 

 

El Atlético de Madrid se proclamó este verano  campeón de la Supercopa de Europa, título que logró en Tallín (Estonia) al vencer por 4-2 al Real Madrid. Para poder disputar este título, previamente se había proclamado campeón de la UEFA Europa League, venciendo 3-0 al Olympique de Marsella.

 

Remontándonos décadas atrás, uno de los jugadores más emblemáticos del equipo colchonero fue Isacio Calleja García, natural de Valle de Cerrato, donde nació el 6 de diciembre de 1936.

 

En Valle de Cerrato se jugaba más al frontón y a la tanga que al fútbol, aunque sí había partidos contra los pueblos de alrededor, en la era. Con portería confeccionadas con palos y cuerdas y marcando las líneas con una azadilla, sin cal ni pintura. Y por supuesto sin vestuarios. Para devolver la visita al pueblo contrincante iban como podían, que solía ser en bicicleta y en el mejor de los casos en moto. Pero ahí dio sus primeras patadas Isacio Calleja.

 

 

 

 

Con 11 años marchó a Madrid a estudiar el Bachillerato. Allí siguió dándole al balón, en las calles (donde entonces no había apenas coches) y en los descampados.

 

Continuó sus estudios en Palencia y Valladolid, aprovechando para jugar en el Maristas y hacer sus pinitos en otros deportes: baloncesto y atletismo: en 1955 ganó un trofeo de campo a través.

 

También jugó un partido con el Venta de Baños, en el campo del matadero, siendo las instalaciones de este matadero el que servía de vestuario, por lo que tuvieron que cambiarse al lado del cadáver de una vaca colgando de un gancho.

 

En 1955 regresó a Madrid para estudiar la carrera de Derecho.

 

Comenzó a ir a ver jugar al Atco. de Madrid. Unas veces pagando y otras aprovechando que le “colaba” un amigo de la familia que trabajaba de acomodador en el estadio Metropolitano y le permitía además colocarse en la mejor zona de las gradas.

 

Él a su vez jugaba en el equipo del Colegio Mayor en el que se hospedaba (Padre Claret), en el equipo de la Facultad de Derecho, y luego en Tercera División en el Guadalajara, donde se enroló junto a varios compañeros de la facultad. Iban en taxi y solo a los partidos, no a entrenar.

 

En 1958 le vio jugar el entrenador del Atco. de Madrid, Fernando Daucík, y le propusieron ir a hacer una prueba. Tras realizarla le dijeron que le comunicarían por carta si le fichaban o no. Así que estuvo todo el verano en Valle (los verano les pasaba en el pueblo ayudando a su padre en las tareas del campo) pendiente de Emiliano, el cartero que llevaba la correspondencia en bicicleta desde Cevico de la Torre. Pero la carta no llegó, por lo que finalizado el verano se fue a Madrid a las oficinas del club a preguntar.

 

Allí estaba Fernando Daucík, que al verle le dice “pero oiga, ¿porqué no ha venido usted antes?”. Tras indicarle que la carta sí se había enviado pero se habría perdido, le citó para entrenar el día siguiente en el Metropolitano, aunque jugaría en el equipo amateur. Antes de irse, el mister le dice: “eh, un momentito, ¿ha cobrado?, ¿no?, ¿le parecen bien 3.000 pts.? Pues pásese por el mostrador”.

 

El encargado del pago no le conocía de nada y por ello antes de pagarle le preguntó el nombre, y allí no figuraba. Tuvo que ser el propio Fernando Daucík quien interviniera para que le dieran, previa firma de un recibí, las 3.000 pts., con las que salió todo contento. Lo primero que hizo fue escribir a sus padres contándoselo (no había teléfono en el pueblo) y comprar una televisión de 27 pulgadas para sus padres y una moto de 125 cc para su hermano, ya que por Valle no pasaba el autobús y para ir a Palencia o a Venta de Baños tenían que ir en burro hasta Cevico de la Torre para coger el coche de la línea Hérmedes-Palencia.

 

Siempre había jugado de delantero, pero cuando debutó en el primer equipo Fernando Daucík lo reconvirtió en medio volante, posición en la que debutó en Primera División, en Oviedo, el 4 de Enero de 1959. Poco después, en un partido ante el Zaragoza, el equipo no tenía lateral izquierdo, debido a las lesiones, y jugó él en ese puesto. Desde entonces ese fue su puesto, convirtiéndose en uno de los mejores laterales izquierdos que ha tenido el Atco. de Madrid, pues aunaba físico, velocidad y talante ofensivo.

 

Permaneció en este club hasta 1972. En esas 14 temporadas ganó 2 Ligas (1965/1966 y 1969/70), 4 Copas (1960 -la primera del club-1961,  1965 y 1972) y 1 Recopa (1962, siendo el primer título europeo de los rojiblancos).

 

Sus últimos minutos de rojiblanco fue precisamente, como capitán, levantando la Copa ganada al Valencia (2-1) en el estadio Santiago Bernabeu el 8 de julio de 1972.

 

Considerado uno de los mejores jugadores con que ha contado el equipo, en su retirada se celebró un partido homenaje y recibió la medalla de Plata al Mérito Deportivo y la insignia de oro y brillantes del Club, amén de regalos de peñas y otras entidades.

 

CAMPEÓN DE LA EUROCOPA

 

Fue internacional en 13 ocasiones con la selección española, con la que debutó el 19 de abril frente a Gales en Cardiff.

 

 

 

En la Eurocopa de 1964, la selección jugó la semifinal contra Hungría, y Calleja se quedó con el balón firmado por todos los jugadores, ya que era costumbre que se quedara con el balón el jugador que lo tuviera en el momento de pitar el árbitro el final del partido. Su hermano pegó en él los cromos de todos los jugadores que habían participado en ese partido, y así lo tiene en casa.

 

No solo el balón y la victoria (2-1) que daba el pase a la final se llevó Isacio Calleja de este partido. En el lado negativo se llevó una lesión en la parte posterior del muslo. El entrenador, Villanova, le decía que no era nada, por lo que no tomó ninguna medida, pero él tenía miedo de perderse la gran final ante Rusia, por lo que contactó con un buen masajista al que conocía de una lesión anterior, para que acudiera de incógnito vestido de paisano a La Berzosa (lugar de la concentración) a darle masajes y terapias sin que lo supiera nadie más que Rivilla, que era su compañero de habitación.

 

La preocupación por la lesión no provenía solo de no poder jugar la final, sino de, en caso de jugarla, la posibilidad de recaer, pues en aquella época la normativa no permitía hacer sustituciones en los partidos (salvo el portero y siempre que fuese por lesión), por lo que si se le reproducía la lesión durante el partido no quedaba otra que ponerse una muslera y situarse en la delantera en vez de en la defensa esperando a ver si había suerte y se cazaba lo que se denomina “el gol del cojo” .

 

El día anterior al partido realizó una prueba para ver cómo se encontraba, y para que si la lesión se le reproducía ocurriera la víspera y no durante el partido. Esprintó, golpeó el balón con la pierna tocada, etc., y vio que se encontraba bien. Entonces Villanova le dijo con sorna “¿qué le decía yo?, ve usted como no era nada lo que le pasaba”, sin saber que Calleja había sido tratado por un masajista.

 

El día del partido surgieron más complicaciones: estuvo lloviendo todo el día, por lo que el campo estaba pesado y resbaladizo y el balón multiplicaba su peso (en aquellos años no eran de un material impermeable). Todo ello aumentaba la posibilidad de la recaída de la lesión.

 

Sin embargo jugó el partido sin problemas, solo en una jugada se le fue el delantero al que marcaba debido a que se quedó un poco clavado con la sensación de dolor en la pierna en la que tenía la lesión.

 

Era el 21 de junio de 1964, en el estadio Santiago Bernabeu de Madrid. Isacio Revilla participó en esta final en la que la selección española ganó 2-1 a Rusia y  logró su primera Eurocopa.

 

Puesto que había compaginado el fútbol con los estudios de Derecho, tras colgar las botas Isacio Calleja ha ejercido como Procurador.