Arqutectura civil

CONSTRUCCIONES DE PIEDRA EN CASTRILLO TEJERIEGO II.

(ARQUITECTURA CIVIL)

       Jesús Rey de la Rosa.  

       Junio de 2022

 

 

 

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Prólogo:

En este tercer capítulo, sobre las construcciones de la villa de Castrillo, igual que en los otros dos precedentes, con la idea de ayudar en el conocimiento de nuestro patrimonio, se realiza este intento de Inventario descriptivo, para, como hasta ahora, mejor valorarle y protegerle, no permitiendo ni facilitando su expolio, y agradeciendo a sus anteriores y actuales titulares habérnosle legado.

Sobre las Construcciones de piedra de Castrillo Tejeriego se han establecido dos subcapítulos: Uno, anterior (I), con las Obras correspondientes a una Arquitectura Religiosa (La Iglesia, La Ermita, Las Cruces, El Convento, La Cilla o Panera de la Iglesia, El Cementerio) y otro, éste (II), con las comprendidas en la Arquitectura Civil (Las Casas de piedra caliza, Las Piedras destacables como tales, Los Cercados de las Eras, Las Bodegas, Los Chozos, El Ayuntamiento, El Caño y el Arca).

En el presente de las Obras de Arquitectura civil, inicialmente se citan las canteras del Páramo y de la Dehesa, como origen de las piedras (roca caliza) que mayormente se emplearon en los edificios de este material en Castrillo, especialmente la del Páramo. Así, como construcciones de piedra de Arquitectura Civil, se referencian:

1.- Las Casas de piedra caliza.

2.- Las Piedras destacables como tales.

3.- Los Cercados de las Eras.

4.- Las Bodegas.

5.- Los Chozos.

6.- El Ayuntamiento.

7.- El Caño y El Arca.  

La información histórica y muchas fotos se han obtenido del extenso, documentado y preciso trabajo realizado por Alfonso de la Fuente Sancho.

No se han incluido como construcciones de piedra -sin piedra, ni adobe, o desaparecidas- los silos considerados de época vaccea, de hace unos 2300 años; ni los silos mayores, de varios metros de ancho y profundidad, con cientos o miles de años, pero sin poder precisar su inicio, hundidos al arar y caminar las caballerías sobre ellos o en rehabilitaciones urbanas; ni la considerada antigua necrópolis visigoda?, no muy bien precisada su ubicación, o las antiguas ermitas, al no existir o ser muy reducidos los restos de sus construcciones; ni el posible castro vacceo de hace unos 2500 años, continuado en el antiguo castillo medieval, existente desde los años 1000-1200 hasta 1600, al no disponer éste de algún resto de las posibles piedras de su antigua edificación en la explanada superior de su cerro; ni el antiguo palacio, ni el hospital, de los que tampoco se conocen elementos que pudieran haber procedido de aquellos edificios; ni el “juegopelota” que hubo o el anterior puente de la carretera Cuellar-Villafuerte.

Panorámica desde el Oeste. Al fondo la Ermita, en plano medio el cerro del Castillo, donde estuvo el castillo medieval, y un escalón intermedio, pocos metros más abajo, y claramente “hecho a mano”, en aquel entonces, expresando la actividad de hace más de 2000 años que hubo en este cerro, incluido en el anterior capítulo de Construcciones sin piedra (o Desaparecidas).

Piedras sillería de las paredes de la iglesia (Construcciones de piedra, Arquitectura religiosa), y una similar actual en la zona de la antigua cantera del Páramo, incluidas en el subcapítulo de Arquitectura Religiosa.   

CANTERA DEL PARAMO (LAS BROCADAS) y de la Dehesa

Con mayor o menor aportación en la construcción de los edificios de piedra de Castrillo, tanto actuales como anteriormente derruidos, con grande o pequeña presencia, sí cabe citar destacadamente la antigua cantera del Páramo,por la importancia que tuvo en la construcción de los más destacables edificios del pueblo (villa). En su caso, también se mencionan otras canteras, que, con menor desarrollo, tuvieron presencia en las construcciones de piedra más recientes, como las que hubo en la Dehesa u otras de pueblos próximos.

Zona de la antigua cantera de caliza con los tres frentes de explotación y sus accesos, sobre las calizas del Páramo II. Cabecera del Barco de Carrapiña y Páramo de las Brocadas. Vista aérea actual (I.G.N.).

Los frentes de la cantera, como obra humana, presentan preferentemente bordes rectilíneos bastante continuos, a diferencia de los barcos (p.e. Valdenebrera) y barquillos, fruto de la erosión fluvial, que tienen bordes semicurvos, poco continuos e irregulares. Acostumbrados a valorar el esfuerzo humano y creativo p.e. de hacer una Iglesia, no se suele estimar de dónde surgieron las piedras para hacerla, que en Castrillo lo fue con una excavación de varias hectáreas y 3-5 m de profundidad, que impresionan, viviendo el esfuerzo y buen hacer de “esos canteros que sacando piedra a piedra casi generaron tres barquillos”.

El Páramo. Piedras de las características de las empleadas como “sillar” principalmente en las paredes, contrafuertes y campanario de la Iglesia, así como en las esquinas, arcadas y campanario de la Ermita, Convento y en varias casas de Castrillo. Las piedras más planas y menos gruesas son similares a las utilizadas en la construcción de la pared “contra terreno” en la que fue “casa del conde”. Los dos tipos de piedras, con mayor o menor proporción, que, asimismo, se aprovecharon en casas de las calles Platerías, Real, Duque, Mayor, Cuatro Calles….

La Dehesa. También aquí se destacan pequeñas excavaciones de hasta 2-3 m de profundidad, canteras, señalizadas con puntos rojos, con indicación del posible camino de acceso (trazos y puntos rojos), aprovechadas en la base de la antigua carretera Cuéllar-Villafuerte (tramo Castrillo-Quintanilla) y en la construcción de alguna casa. Hay alteraciones con extracciones de la base caliza y “escantados” de piedras sueltas en la zona central del pago. Fotografía aérea del “Vuelo Americano”, 1957 (I.G.N.).

1.- LAS CASAS DE PIEDRA CALIZA.

La edad de las casas construidas preferentemente con piedras calizas abarca varios cientos de años (400-700?), con diversas reedificaciones, al menos desde los años que se conocen las fechas del Notario Gonzalo Pérez, (C.M.Reglero y M.Herrero, 2021), que en 1334 cita la presencia en Castrillo del cantero don Ramiro ayudado por la familia (“mujer doña Deva, que poseía un buey”) y obreros correspondientes, hasta las últimas casas de piedra en 1917. También citar que, entre otros artesanos, se registraba en 1334 la existencia del tejero don Rodrigo y de Alfonso Pérez herrero.

Varias de estas casas están construidas con piedras poco seleccionadas, unidas con argamasa, yeso o barro, comprendiendo alguna o todas las paredes de su edifico, incluso los corrales.

Otras tienen una manifiesta presencia de piedras labradas en su planta baja, destacadamente en los cimientos, huecos y esquinas, y con calizas o adobes en la planta superior.

En una primera fase se suele construir la planta baja, y en una segunda, no siempre existente, se construye la planta alta, frecuentemente con otro criterio más económico, empleándose a veces adobes.

Calle Mayor y del Río. Panera con piedras calizas que unas parecen ser recicladas de anteriores edificios y otras traídas del Páramo.

Inicio calle del Río, en la parte trasera de la panera anterior y al fondo piedra sillar de la Iglesia. Casa de dos plantas con piedra seleccionada y sillería en sus esquinas. Foto derecha, puerta de la casa que fue “barbería”, con las iniciales de Cecilio Martín  (C M) de hace unos 110-120 años.

Esquina de la Plaza Mayor con el principio de la Calle Duque. Contraste de la fachada de la casa, con piedra poco seleccionada, antes de cubrirse la pared (incluida cariñosa imagen familiar, hace ya varias decenas de años), y la misma cubierta por ladrillo y cemento. Esta casa y corral pudieron englobarse inicialmente en la conocida “casa del Conde”, lindando ahora en su zona oriental con una de sus originales paredes y cimientos, así como una muy posterior vivienda hasta  las inmediaciones de la calle Cuatro Calles.

Foto izquierda, calle Duque, extremo oriental de la zona de la antigua casa del Conde de las fotos anteriores. Hoy seguramente diferenciada en tres casas y al menos dos antiguas bodegas, desde Plaza Mayor y calle Bajada Iglesia, hasta calle Cuatro Calles.

Derecha, foto en la calle Mayor de la misma casa de la derecha de la imagen superior. En su esquina se incluye una piedra base, redonda, esquinera, seguramente procedente de prensas en bodegas de edificios anteriores, desde los siglos XI-XII hasta aproximadamente el XVIII.

Casas de piedra, esquina calle Cuatro Calles y Duque.    

Casa, hacia 1990, en la calle Hospital, con la fachada hoy tapada para protegerla y reformarla, que fue construida, previsiblemente, con piedras muy similares a las del contiguo anterior Hospital con el que limitaba, por el Norte, procedentes de la cantera del Páramo y su entorno. Fachada de una casa muy representativa de las casas de piedra del Castrillo de hace varios cientos de años y de cómo pudo ser el Hospital. Foto: Raúl Bruzzone Urdiales.

En el desarrollo urbano de Castrillo, con calles de tierra y barro, sin empedrar y sin aun conocer el asfalto, en el siglo XVII, hace 400 años, dentro del casco urbano, y con su nombre,  “existían, entre otros, los barrios del Arrabal, La Calleja, El Castillo, El Cotarro de la Nevera, Las Cuatro Calles, Las Eras de Arriba, La Fuente, La Granja, El Barrio Nuevo, La Platería; calles del Caño, Hechidero, Incohidero, Los Jardines y la Plaza del Rollo”. (Vallejo del Busto, M. 1978). Posible cambio en la palabra con relación al hoy conocido Henchidero?

Calle Cuatro Calles, hace 15-20 años. Foto, Diputación Provincial de Valladolid.

En la casa de piedra del centro de la foto superior, Jesús Rey de la Rosa y en la puerta su abuelo Bernardino Rey Rey, hace 73 años.

Calle Cuatro Calles, desde el Sur. Al fondo el cerro del Castillo.

Foto izquierda, 1990 (vídeo-EurostarFilms), derecha actual. Aprovechando esta ambientación, y completando el decorado, en 1997, Antonio Giménez Rico rodó alguna secuencia de la película “Las ratas”, basada en la novela de Delibes. Algunos castrilleros mayores recuerdan la grabación.

Calle Cuatro Calles. Corrales con cimientos y algunas paredes de piedra, sillería y mampostería.

Calle Cuatro Calles, casa de 1917, y calle Mayor. Nota: los colores de las tres  fotos deberían ser iguales (ocres).

Calle Mayor, al levante de la calle Cuatro Calles.

Final de la calle Platerías y de la calle de la Iglesia. Casa de piedra, amplia, y, al parecer, subdividida en dos viviendas, por ello debiendo haber correspondido inicialmente a un importante propietario. Piedra caliza algo seleccionada y apenas labrada. Foto izquierda, Arturo Urdiales Prieto.

Confluencia calle Plaza Vieja y calle de la Iglesia. Casa, con higuera, en la que a principios del siglo XX vivían los Recio (Estanislao y su padre Máximo) la “noche de los tiros” con F. Cortijo, estando muy próximas las casas de ambos. Piedras algo seleccionadas, semi-planas y apenas labradas. Comentario oído al arreglar la casa: “no están un poco bajas las ventanas?,… es por si me dice que me tire por ellas…”

Con otro criterio constructivo más moderno que el seguido anteriormente, hace algo más de cien años se edificaron varias casas con piedra caliza labrada, destacando sus fachadas, esquinas, protecciones y huecos. También en éstas se diferenció la construcción de la planta baja y de la planta alta, incluso con piedras de diferente procedencia.

Plaza Mayor. Casa construida en 1900, la planta baja, con piedra caliza, sillería, obtenida en una pequeña cantera en la Dehesa del mismo propietario que la casa, Francisco Cortijo (FC). La segunda planta fue construida después, y terminada hacia 1925, con piedra y elaboración muy similar, procedente de otra también pequeña cantera, de Piña en este caso. Constan las iniciales FC en la parte superior de la puerta principal (planta baja), y GM en un balcón de la segunda planta, que fue la que construyó después Genara Muñoz, casada y viuda de Horacio, hijo del citado Francisco.

Fotos: Alfonso de la Fuente Sancho.

Calle Real. Casa también construida hacia 1900, en dos fases, con piedra caliza, sillería, con diferente color y calidad, procedentes de una o dos canteras del Páramo existente al Norte de Piña. En ella vivía a principios del siglo XX Francisco Cortijo la “noche de los tiros” con los Recio, ambos en casas casi lindantes.

Plaza Mayor y calles Duque y Mayor

Castrillo Tejeriego. Casas y Ayuntamiento. Fotos obtenidas del Vídeo “Fiesta de la Virgen de Capilludos”. Eurostar Films-Ayuntamiento.  5 de junio de 1990.

2.- PIEDRAS DESTACABLES.

En la base de la esquina de tres antiguas y contiguas casas, existen piedras “esquineras” semicilíndricas a tronco-cónicas, como protección, y que parecen proceder del mecanismo de antiguas prensas de lagares (piedra o pilón con una incisión cuadrada en la que se ajustaba el huso), seguramente en las bodegas de las casas próximas (del Conde y otras). Con edad aproximada de unos 400-600 años, destacan estas piedras por su tamaño y casi seguramente se extrajeron en canteras foráneas, con estratos de 0,5-1 m, cuando en los de Castrillo no suele superarse 0,4-0,5 m. Alguna base de las cruces del antiguo calvario, redondas y no cuadradas, pueden tener también este origen.

3.- LOS CERCADOS Y LAS ERAS

Fotografía aérea Vuelo Americano 1956-57, I.G.N. Casco urbano de Castrillo, ajustándose inicialmente a la morfología de la ladera meridional del cerro del Castillo. El Palacio y El Convento, con una pasarela entre ambos, ocuparon una zona de buena calidad agrícola, éste con huerto, pozo y noria, acoplándose entre las casas del pueblo y el Jaramiel, que aquí pasa de tener dirección casi Este-Oeste a ser EEN-OOS. Se incluye la margen izquierda del Jaramiel, con la traza del antiguo canal, de la entonces Comunidad de Regantes.

Hacia el Este de esta superficie del Palacio y Convento, se diferenció, entre el entonces límite del pueblo (calles Real-Mayor y actual carretera) y el Jaramiel, una zona de huertos y eras (marcada con línea de trazos negra), con otra limítrofe con el arroyo (El Henchidero), peor drenada y con mayor presencia de turbera.

Se representan los tres puentes habidos en el arroyo de Valdenebrera antes de cubrirse desde el Pradillo. Puente Norte para paso de carros, ovejas…; intermedio, continuación de la calle de la Plaza Vieja, con una pequeña “lancha” de piedra, sólo para personas; y puente en la carretera para todo tipo de vehículos. 

Como valoración agrícola, del total de 6.367 obradas que en 1752 cita el Catastro del Marqués de la Ensenada como tierra de secano, 1.600 son de sembradura de secano: 120 de primera calidad (70 de zebada ladilla, y las restantes de trigo morcajo), 400 de segunda, y las 1.080 restantes de tercera calidad. En este comparativo, las ERAS suman “quatro o zinco” obradas, que, en aquel entonces, “no se arriendan por nezesitarlas los vezinos  para el veneficio de sus granos, y si se arrendaran  pudiera merecer cada obrada doze reales al año”.  Entonces había 2.500 obras de tierra inculta, en cuestas y páramos, y 2.200 obradas en el monte, con robles, enhebros, en matorrales y chaparros. Al roturarse el Páramo y el Monte aumentó más del triple la superficie de cultivo, aunque con notable calidad inferior, y las eras han ocupado más del doble de las citadas por el Catastro de la Ensenada.

En la foto aérea anterior se delimitan las zonas de las eras, que hacia 1850 complementaron la ordenación del territorio, con su aprovechamiento urbano, social y agrícola. Antes estaban cedidas o arrendadas y en esa época estas zonas comunales fueron vendidas por el Ayuntamiento a los agricultores. Se demarcaban con CERCADOS de piedras apenas seleccionadas, unidas en seco, con algunas recicladas en el pueblo, con el poco valor que generalmente se las ha solido dar, y otras mayormente acarreadas desde los páramos o el monte. Anterior y posteriormente, en las mismas zonas, hubo alguna vieja y nueva era en parcelas colindantes, con y sin cercado.

Imagen izquierda: década de los 50-60, niños trillando para la foto, en las eras de arriba, con un pequeño cercado en el camino de la ermita y al fondo ladera “pelada” sin los posteriores pinos forestados. Niños: “Carlos  Recio Esteban, el de la tralla, detrás, de pie, Pedro Magro, amigo y pariente de Julián Recio Fombellida, el cazador que inició a “un tal Miguel”, que cazó por La Sinova, Castrillo y Villafuerte”, cita de Carlos Urdiales Recio. Niñas: de pie Cari de la Fuente Recio y sentada Turi Recio Esteban, auto citada.

Centro-izquierda, Grabación de “El escarabajo verde”. TVE2. Jorge Urdiales. 13-03-2022, Afrodisio de la Fuente, Afori; Foto, Arturo Urdiales Prieto. Trillo “de Cantalejo” de madera y con hasta miles de piedras (“lascas” de sílex-pedernal, cortadas a tal fin).

Imagen inferior derecha, pan en la emisión del citado programa, 29-04-2022. Trillos y pan lechuguino de trigo candeal, como el que entonces se trillaba y ensacaba en las eras.

En las eras, y su yerba, muchos aprendimos a andar en bicicleta, a base de caídas.

Eras, cercados de piedra, casetas de adobe para el verano hasta hace 20-40 años y hoy muchas convertidas en naves agrícolas o hundidas.

Trabajos y palabras: Eras, cercados, casetas, carros-armajes-tableros de bolsas para acarrear generalmente dos carros al día, trillar, trilla (redonda, dándola vueltas), tornar tres veces diarias y con las tornaderas metálicas tras el trillo, parvas (montones alargados donde se recogían aquéllas al final de la labor diaria), trillos de piedra (los conocidos de Cantalejo) y rotativos metálicos, horcas de dos y cuatro picos (de madera de almez), rastros, rastrillos, acamizaderas para recoger la trilla, bieldos para beldar a mano, máquinas beldadoras, ensacadoras y trilladoras, cribas y harneros, muelo del grano, escobas de barrer las eras, garios, los mochiles para llevar el almuerzo-comida-bocadillos-cena, botas de vino y botijos de agua…, verano de agricultura de cereales (garbanzos, muelas, guisantes…), con mucho trabajo, sudor y sueño en jornadas muy-muy largas, desde finales de junio (segar la cebada) a principios de septiembre (beldar, granzas, guardar el grano subiendo a hombros -a las costillas- los costales, las talegas o los sacos, y meter la paja por el bocarón en el pajar, pisándola dentro). Un recuerdo a todos los que lo hicieron posible para llegar al hoy, con veranos sin largos y trabajosos días, casi sin necesidad de utilizar las eras ni las casetas.

4.- LAS BODEGAS

Las bodegas más antiguas parecen corresponderse con las habidas en muchas casas, conocidas como “cuevas al castillo”. Fueron excavadas, bien a favor de una excavación directamente “contraterreno”, cuando así se podía, o bien con inicio de un pozo inclinado y la bodega a continuación. De estas antiguas bodegas se conoce su existencia y las piedras que como prensa hubo en sus lagares, y que algunas de las cuales están en las esquinas de varias casas próximas, casi colindantes con p.e. la “casa del Conde”.

En sus antiguas excavaciones en la zona urbana de la ladera del castillo, a veces en una misma casa estaban inmediatas a un pozo doméstico que allí también hubo y a alguno de los silos subterráneos de varios metros de diámetro y de profundidad, no pudiéndose precisar siempre su anterior desarrollo. En otras ocasiones, en una sola casa, como pudo ser en la citada del Conde, pudo haber dos o tres bodegas, hoy correspondientes a las que aquélla se subdividió posteriormente.

Las bodegas más modernas están excavadas “a mano”, decenas de metros, algo inclinadas (bajando), aproximadamente desde el siglo XVII (Vallejo del Busto, M. 1978) hasta 1900, en las margas y yesos de la ladera meridional y oriental del cerro del castillo. Estas  sustituyeron, ampliando su capacidad, a las iniciales habidas, como “cuevas”, en frecuentes casas de Castrillo.

El objetivo de elaboración y conservación anual del vino se obtenía al conseguirse unas idóneas temperatura (140-160), humedad relativa algo elevada (65-75%) pero no excesiva, y oscuridad; con “zarceras” al exterior para permitir la ventilación y extracción del gas de fermentación (“tufo” del vino), que no tenían las de las más antiguas, en las casas. Actualmente, desde el final del cultivo de las “viñas” (1965-1970), en general están semiabandonadas, con alguna bodega activa para una pequeña elaboración, almacenamiento y mantenimiento de reducidas cantidades de vino, como “merendero”. Otras están parcialmente hundidas.

Estas bodegas más modernas, se construyeron a lo largo de varias calles semiparalelas excavadas, comenzando por el Sur y el Sudeste desde las más bajas en la ladera y por ello más accesibles. En su interior, sin protección en sus paredes, con alturas de 2,5-3,5 m, los pasillos eran poco anchos, con capacidad para entrar con los cestos llenos de uva, altos y estrechos, pero no para meter los carrales más grandes, por lo que su elaboración por el carralero, incluido ponerles los perimetrales aros de hierro, calentándolos “al rojo vivo”, y su limpieza, se realizaban en el  interior de la bodega, en la “sisa” que ocuparan.

Su entrada desde el exterior se protegía con piedras, de morfología “semiplana”, obtenidas, seguramente en las calizas del Páramo, y apenas labradas.

En estas bodegas, las “sisas” (habitaciones sin recubrimiento de las paredes, donde podían aflorar yesos y a veces estar húmedas, especialmente las más profundas) solían albergar 2 a 4 “carrales” (cubas). Éstos tenían una capacidad de 20 a 40 “cántaras”, de unos 16,2 litros cada una de éstas, algo variables según zonas. 

La obtención del mosto se conseguía generalmente con “pisado” de la uva en la “lagareta”, con excavación propia, recogido a continuación en la “pila” con un mínimo desnivel sobre aquélla, pasándose finalmente el mosto a los carrales, donde fermentaba, escanciándose en el “garrafón” de cristal forrado de mimbre o en el jarro de barro cocido, mediante una “canilla” de madera.

De la importancia relativa del vino en Castrillo, sus bodegas y las palabras asociadas, se indica que en los registros del Notario-Escribano Gonzalo Pérez, 1335 (Reglero, M. y Herrero, M; 2021), por ello correspondiente a las antiguas bodegas de las casas, se cita  una “cuba de roble de dos modios y medio” (unos 22 litros) acompañada a una dota matrimonial, y “media carral” en parte de una herencia. Alfonso de la Fuente Sancho expone que en 1576, entre los bienes a la muerte de Juan de Velasco se relacionan “120 cántaras de mosto encerradas en la bodega del mayorazgo”, y que en 1669 dos agricultores (Pedro Avendaño y Martín Cortijo), en las “bodegas de la casa del Conde”, seguramente ya como propietarios de las mismas, “tienen una cosecha de 60 y 68 cántaras”. 

Comentar que estaba mal visto que las mujeres subieran a las bodegas “porque se decía, y casi se demostraba, que estropeaban la fermentación del vino”. Luego “se vio que no era así”; algo se ha avanzado.

5.- LOS CHOZOS

En un ámbito en el que la ganadería ovina tuvo importante presencia, desde hace cientos de años, los peculiares chozos y corrales anejos, se construyeron para acogida del pastor y de las ovejas en pequeñas parcelas del ganadero, ahora sin aplicación. Se cita (A. de la Fuente; C.M. Reglero y M. Herrero; Gonzalo Pérez) que, aproximadamente hacia el año 1300, con un 40% de los vecinos que eran labradores con tierras, un 10% eran pastores, incluso con un rebaño de la Cofradía de “Capelludos”, y con un total local de 2600 ovejas y 400 cabras. De las tres cofradías habidas en 1752 tienen 66 cabras la de Capilludos, 62 la de Ánimas y 29 la del Rosario. Hasta 1970 había unos 15 “atajos”, con aproximadamente 1500 ovejas, y uno con 70-80 cabras, reduciéndose desde entonces bruscamente la cabaña ganadera en muy pocos años.

Los chozos, con ámbito mayor que el regional castellano, y muy evaluados en las últimas décadas con estudios específicos, parecen corresponderse con una misma época, de hace 500-600 años, con una posible planificación y realización conjunta, por entidades de la Iglesia, del Rey o de ambos, o bien por una economía agro-pastoril de carácter casi autárquico, con alguna anecdótica actuación particular, y aquéllos los controlaban y alquilaban a los ganaderos, por número de cabezas. En el ámbito del Jaramiel, Norte del Duero, Esgueva y zona palentina limítrofe (p.e. Astudillo, Dueñas…) son similares en su construcción, con ciertas diferencias geométricas en áreas meridionales cercanas pero al sur del Duero (p.e. Cogeces).

Estos chozos, en función de su aplicación, se encuentran repartidos dentro del término municipal de Castrillo en las áreas más lejanas del núcleo urbano, en los límites de los antiguos pastos para el ganado lanar y caprino, por ello no incluidos en los anteriores Páramo, Dehesa y Monte. Perimetralmente, del Noroeste al Este, se distribuyen casi colindantes con el Páramo, con el Monte y con varios de los pueblos limítrofes. Suelen estar emplazados en pequeñas parcelas no agrícolas, con alguna excepción que lo hace directamente en una más amplia parcela agrícola, y que puede no ser del mismo titular.

En el término de Castrillo, desde 2 km a 3 ó 5 km del centro urbano, actualmente se pueden reconocer ocho chozos, con variado estado de conservación, desde bueno a alguno casi semi-hundido. Con valoración relativa, uno está en el límite con el Páramo y Villavaquerín (La Sinova), en buen estado de conservación el chozo y mal los corrales; dos están en el límite con Villavaquerín (La Sinova), en buen estado, uno sin corrales y otro con éstos semi-hundidos; dos en el límite con el Monte y con Olivares, discreto o mal estado, algo hundidos los chozos y muy hundidos los corrales; otro está en las Viñas de Arriba (chozo “guardaviñas), sin corrales y en relativo mediano estado de conservación; otro está en el límite del Monte, semi-hundido y hundidos totalmente los corrales; otro está en el límite con el Monte y con Valbuena, en relativo buen estado hasta hace pocos años, aunque recientemente ha empezado a tener hundida alguna parte de su zona alta.

Considerar que desde su construcción, con varias centenas de años, el haber permanecido hasta hoy es una buena prueba de su solidez y apoyo. Sin embargo, como fieles representantes de la arquitectura ganadera y social, ya es muy necesario establecer una programada y dotada rehabilitación para su mantenimiento.  

Como se ha citado anteriormente, destacar que uno de los chozos, algo diferente y posterior, está en un antiguo majuelo, por lo tanto con un aprovechamiento no ganadero y sí perteneciente a los conocidos como “guardaviñas”, para cuidado y vigilancia de los viñedos o de las herramientas empleadas, y que aquí pudo estar relacionado con “el tío Cleofé”.

Son construcciones de forma semi-troncocónica, para evitar que el agua de lluvia entre en su interior. Realizadas con piedras calizas con cierta selección de las habidas en el suelo del entorno, donde se edificaron, en seco, con barro como argamasa o sin ella y con algún “ripio”. No presentan revestimiento externo ni interno.

Tienen gruesas paredes, de hasta 0,8-1 m de espesor, con 3,5-4 m de diámetro y similar altura, que culminan en un hueco cenital, que se cubría con una “lancha”, para controlar la salida del humo del fuego que se generaría en su interior con una “lumbre” para calentarse el pastor y su comida. Desde la base a su cima se forman con 20-25 hiladas semi-paralelas de piedra y alguna vez más pequeños con 15-20. Orientada al Sur presentan la puerta de acceso, con un hueco que permite aprovechar el “más bajo sol del invierno” para “entrar” por ella y el “más alto del verano” para “dar” más sombra, con unos 70 centímetros de ancha y 1,20-1,50 m de altura, coronada con una destacable piedra, esencial en la estabilidad del chozo, y a la que se ajustan las que la rodean, especialmente las que completan las jambas de la puerta.

Anejos a los chozos se construyeron uno o varios corrales de forma rectangular, variables de 100 a 300 m2, con piedras no labradas, en paredes de hasta 1-1,5 m de altura, para cobijo y control de las ovejas, diferenciando y separando las borregas y paridas con sus crías, de las que también podían estar separadas si aun mamaban o no.

Algún chozo y corrales han sido absorbidos a lo largo de los años por el laboreo agrícola. En Castrillo no existen conocimientos ciertos, y p.e. en Cogeces hoy hay cinco chozos y se piensa que pudo haber hasta más de cien, seguramente muchos menos en Castrillo.

Además de los corrales asociados y anexos al chozo, se conocen varios corrales de campo próximos a aquellos y otros en los que no hubo chozos al ser pastados muy posteriormente, como los existentes en el Monte y en el Páramo. En éste con un claro ejemplo ganadero del conocido corral del Esquilador, sin constatarse si es el que sin más precisión se aludiera en el Catastro de la Ensenada de 1752 como el lugar donde se practicaba el esquileo de las ovejas, realizado en el campo o en un específico corral urbano?.

Comentar que en esta distribución de pastos, había dos zonas participadas con pueblos limítrofes. En 1227 los Concejos de Castrillo y Olivares dispusieron mantener el uso compartido habido desde 1219 de cortar y pacer en el monte de las Verdugadas. En 1752, el Castro del Marqués de la Ensenada indica que “el monte que tiene Castrillo en común con Villafuerte no da nada (ni hierbas), pastando el ganado de las dos villas en Los Llanillos, y que de arrendarse esta tierra de mala calidad podría dar 20 reales al año, pudiéndose hacer lo mismo también con los pastos y los prados de la villa”.

6.- EL AYUNTAMIENTO

A partir de la información obtenida y aportada por Alfonso de la Fuente Sancho, este importante edificio administrativo del municipio tiene sus inicios históricos en 1564, en que se cita la existencia de una Casa-Concejo, de unas Casas del Ayuntamiento en 1726, que desde 1758 no hay casa consistorial, y que finalmente se construye una Casa Consistorial entre 1800 y 1808.

Esta construcción, albergue de los sellos de Castrillo, y con su destacado valor municipal, cuando incluso se discute la existencia o no de los pequeños municipios, debe mencionarse como tal, aun sin considerarle uno de los edificios de piedra emblemáticos del pueblo. En imágenes de 1965 se observa la presencia de piedras algo seleccionadas, sin apenas labrar, en los cimientos y hasta la base de las ventanas, o irregularmente hasta la unión de la primera y segunda planta, al parecer construida con ladrillo y adobe. Destacan las piedras calizas de sus esquinas, huecos y unión horizontal de las dos plantas existentes, con marcado carácter decorativo.

Las piedras de su construcción pudieron obtenerse de las habidas en el Páramo, y las ornamentales proceder de una cantería profesional.

Este edifico ha servido también como cárcel (calabozo), que seguramente no fue utilizada; escuelas, diferenciadas la de niñas en el Oeste y la de niños, en el Este; y actualmente como Servicio médico, del que ha tenido dos accesos.

Está documentado que el Concejo de Castrillo, en 1334, se reunía en el cementerio de la antigua iglesia románica, tras hacer repicar la campana, y “el que non llegare a conçeio pagase media cántara de vino cada vez”.

Asimismo se cita el Açoge (equivalente a mercado) lindando con las calles del Concejo, plaza aquélla donde también debía reunirse. (Gonzalo Pérez, 1334; Reglero, M. y Herrero, M. 2021). Esta zona se corresponde con la actual plaza Mayor y su entorno.

En el siglo XVI debió erigirse el “ROLLO” habido en dicha plaza, por ello también llamada Plaza del Rollo (Vallejo del Busto, M. 1978), el cual seguramente se demolió a raiz de las leyes habidas hacia 1813, no constando cómo era, seguramente de piedra, cilíndrica o prismática, con una o varias piedras, ni dónde pudo acabar, si en una construcción o en total abandono, o incluso, si hubiera sido cilíndrico, como rodillo útil en labores agrícolas.

7.- EL CAÑO y EL ARCA

EL CAÑO. Fuente y pilón (abrevadero). Construido hacia 1885, tal como está ahora, por el Ayuntamiento, al igual que el Cementerio, aprovechando el dinero de la venta de sus montes y laderas. Aquí se emplearon, por un contratista de Piña, piedras calizas labradas, por lo que teniendo en el Norte de este pueblo un Páramo con piedras idóneas, seguramente fueron traidas de alguna de cantera de allí, a unos 8-10 km, al menos para el Caño, con piedras mayores que las del pilón. Las piedras de éste, aunque más estrechas, debieron tener el mismo origen, y no se conoce que puedan proceder de la cantera de la Dehesa, mucho más próxima, a un km, y parcialmente activa en esa época.

La diferencia en el acarreo de las piedras entre estar a 1 km, con una cuesta, en Castrillo, o a 8-10 km, con tres cuestas, en Piña, implicaba un notable mayor esfuerzo, “arreando a los animales, con la tralla, en las subidas, con bueyes y carros de una vara, con machos o mulas y carros de dos varas a partir de 1600-1700” y “echando mano de la galga en las bajadas”. ¡Palabras que se van y trabajos que se han ido!

Cabe añadir que ha existido, previamente a la actual, una fuente con un solo caño, y que Madoz, en 1850, cita en su Diccionario la existencia en Castrillo, sin concretar dónde, de “una fuente abundante de aguas gruesas y algo amargas, con dos manantiales de buenas aguas en su término”.

Fotografía ya referida en el capítulo de Construcciones sin piedra (o Desaparecidas), como el “juegopelota”. Plaza de Santa Ana o Plaza Vieja, hace unos 60 años. Pastor Ignacio Plaza Casado y niño, seguramente, Luis Carlos Plaza Casado. En la zona derecha, paredes del antiguo Convento y delante el anterior “JUEGO-PELOTA”, con una báscula de la Hermandad de Labradores y ganaderos muy posterior a aquél. En el centro El Caño y, en la izquierda, anterior casa de piedra, de dos plantas. En el extremo izquierdo, en cemento y adosada al pilón, fuente que abasteció a esta plaza, desde 1928 hasta 1975, con el mismo agua de Carrapiña que la de la fuente de la plaza Nueva (plaza Mayor), considerada “mejor que la del Caño”.

Agua no potable al proceder directamente de la arqueta (arca) del arroyo de Valdenebrera, sin ningún tratamiento de decantación, ni sanitario.

Foto izquierda, “logo” de la Asociación Cultural de Castrillo Tejeriego, dibujo Carmen Rey. Fotos centro y derecha, Arturo Urdiales Prieto, El Caño actual y simbología ciclista castrillera.

De los tres caños, el de la derecha de las fotos es el más utilizado para uso humano, como lo fue para llenar, en verano, botijos para las eras, o bien para quien sediento viene del campo, como pudo suceder a los cazadores Miguel (Delibes) y Melecio (nombre nada frecuente y sí citado en el “Diario de un jubilado”). Foto obtenida de vídeo de Arturo Urdiales Prieto. 

EL ARCA. Arqueta para recoger el agua del arroyo de Valdenebrera y dirigirlo por tubería enterrada a la fuente del Caño. Construida con piedras, “lanchas”, seguramente procedentes del Páramo en el entorno de la antigua cantera de caliza.

EPÍLOGO:

Contraste de las vistas aéreas del casco urbano de Castrillo en 1956 y del actual.

Bibliografía

Abril Revuelta, O. y Lasheras Merino, F. “Chozos y casetas en el corazón de Castilla: La Arquitectura rural…”. Universidad Politécnica. Madrid. 2012

Aula de Cultura. “Castrillo Tejeriego”, 1992.

Ayuntamiento de Castrillo Tejeriego, Excmo. Vídeo “Fiesta de la Virgen de Capilludos”. Eurostar Films – Almersoft.  5 de junio de 1990.

Escapa, Ernesto. “Viajando por la provincia de Valladolid”. Diputación Provincial de Valladolid. 2009

Escribano Velasco, C. et al. “Pastores de la comarca de la churrería. Chozos y corrales”. Cogeces del Monte”. Junta de Castilla y León. 2021.

Fuente Sancho, Alfonso de la. “www.castrillotejeriego.com”. 2022.

Madoz, Pascual. “Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar”. 1845.

Reglero de la Fuente, Carlos M. y Herrero Jiménez, M. “Escritura, Poder y Vida Campesina en la Castilla del Siglo XIV: El Registro Notarial de Castrillo-Tejeriego (Gonzalo Pérez) (1334-1335)”. 2021.

RTVE. Ana G. Wonham. “El escarabajo verde - Palabras de antaño”, Castrillo Tejeriego, Jorge Urdiales. 2022

Somodevilla y Bengoechea, Cenón. Marqués de la Ensenada. 1752. “Catastro”. Transcripción de las Respuestas Generales practicadas en la villa de Castrillo Tejeriego, por Carlos Urdiales, 2010.

Vallejo del Busto, M. “El Cerrato castellano”. Diputación Provincial de Palencia, 1978.

“www.mispueblos.es”.2014

Sin descartar ninguna de las valiosas aportaciones anteriores, hoy destacar el magnífico testimonio escrito de los Registros del Notario-Escribano de Castrillo, Gonzalo Pérez, en 1334-1335, y de quienes los han descubierto, estudiado y difundido. Un minuto de Castrillo, hace años y perfectamente documentado.