H).- EL SIGLO XIX.-
Mal comenzó el siglo: hubo una combinación de circunstancias adversas (malas cosechas, y el saqueo de los franceses), que redujeron la población. En los primeros años murieron hasta 50 personas el mismo año, de los cuales la mayoría eran párvulos, es decir niños de corta edad.
Sabemos que los franceses realizaron un “Ataque” en 1808. Posteriormente reclamaban una parte de las cosechas y del ganado desde su cuartel en Tudela de Duero. Finalmente en su retirada por el valle, el 30 de Junio de 1812 hubo “saqueo general”. Quedaron tan pobres los habitantes de Castrillo que tuvieron que perdonarse las rentas del año siguiente, y los diezmos de la Iglesia.
La población continuó luego aumentando hasta llegar a unas 600 personas a finales de siglo, quizá porque se labraron numerosas tierras que eran propiedad del Ayuntamiento, fundamentalmente las del llamado Páramo.
Este siglo trajo numerosos cambios: con la Constitución de 1812 desaparecieron los señoríos, de forma que los Condes de Salazar, luego Duques de Frías, dejaron de ser ya los señores del pueblo, y entre otras cosas de Administrar Justicia, nombrando Alcaldes Mayores que hasta entonces llevaban la vara de la justicia. El ayuntamiento se tituló ya Constitucional, y puede considerarse el comienzo de la época moderna. Hacia esta época se terminó la actual Casa Consistorial que era buena y grande para su época, con cárcel en su piso bajo.
Poco después, entre 1817 y1829, la bancarrota del mayorazgo del Condado de Salazar obligó a la venta de todos sus bienes (fundamentalmente La Dehesa situada encima del Pico del mismo nombre, el Palacio ya derruido y su tierra,la Casa del Conde (en la actual calle Duque, y el castillo).
En 1820 también acabó otro signo de los tiempos antiguos: el Convento de Santa Ana y su huerta y colmenar fue expropiado por el Estado (“desamortizado” en la terminología de la época), junto con la Iglesia del convento.De todas formas la economía del convento era ya muy mala pues en 1820 no quedaba más que un fraile administrador. Durante varios años su Iglesia fue cementerio donde se enterraba la gente del pueblo. Posteriormente fue vendido (hacia 1844) y transformado en fragua y luego en dos casas particulares.
En 1838 acabó el sistema antiguo de diezmos pagados a la Iglesia. En 1852 Madoz publicó su célebre Diccionario, que contenía una relación de todos los pueblos de España. Nos dice que Castrillo tenía 369 habitantes que vivían en 80 casas. El valle era pantanoso y frío, quizá por eso sus habitantes padecían de fiebres intermitentes (quizá paludismo) y catarrales; destacaba el edificio del Ayuntamiento como muy bueno, con cárcel en su piso bajo. Todavía subsistía el convento de Santa Ana, aunque muy deteriorado. El correo lo recibían de Peñafiel por los vecinos que acudían al mercado los jueves. Había una fuente abundante, pero de aguas gruesas y algo amargas. La fiesta de Capilludos era muy concurrida no sólo por los vecinos, sino también por los pueblos colindantes.
En 1857 se publica una Novena de la Virgen de Capilludos por Fray José Infantes, religioso mercedario, primer libro impreso quesea conserva con la historia o leyenda de la Virgen.
Entre 1860 y 1870 hubo una pequeña revolución pues se legitimaron las posesiones de bienes concejiles (del Ayuntamiento). Todos sus poseedores fueron reconocidos por Ley como propietarios, a cambio de pagar al Ayuntamiento, su verdadero propietario, un canon o censo anual. Esta figura se conoce técnicamente con el nombre de Censo Reservativo. Por este sistema se roturó en años previos y se pusieron en cultivo amplias zonas de tierra (fundamentalmente el Páramo, y otros sitios como Carrapiña. Valdecarros, etc. Había un total de 123 personas que aprovecharon esta legislación, y que sólo en el Páramo pusieron en cultivo 179 tierras por este sistema, con un total de 939 obradas o 437 hectáreas. Este canon o censo representaba en 1885 un total de 703 pesetas, resultado de calcular en dinero el valor de 47 fanegas de cebada y otras tantos de trigo (unos 4000 kilos en total). Ello era aproximadamente un 30 % del presupuesto del Ayuntamiento en esa época, una cantidad considerable.
El proceso de venta de los bienes municipales continuó, por ley nacional, con las laderas y los montes municipales, como el Cabezo, Carrapiña, Llanillos. Sólo se salvó el monte llamado “El Paradero” y sus laderas, porque los vecinos alegaron que lo necesitaban para sus fogatas.
El producto de la venta de esos bienes municipales mejoró un poco la economía del pueblo: su producto fue invertido en láminas o títulos de la deuda pública. Con su venta se hizo en 1885 de buena piedra el cementerio municipal en el llamado Cotarro de la Horca, trasladándole el que había en la parte trasera de la Iglesia y dentro del propio suelo de la Iglesia, aunque la gente continuó poniendo el reclinatorio en su “tumba”. También se hizo el pilón y los caños, en la misma plaza en donde ahora están y donde hasta entonces sólo había habido un caño que continuó dando nombre a la plaza.
En 1885 hubo un desastre notable : una epidemia de cólera que causó muchos muertos e hizo que se inaugurara a toda prisa el nuevo cementerio.
En 1897 hubo una gran peregrinación a la ermita, con más de 6000 personas de casi todos los pueblos vecinos, y la asistencia del obispo de Palencia don Enrique Almaraz y Santos.
I).-EL SIGLO XX.-
Empezó el siglo con tensiones de supervivencia por exceso de población, que encontró su vía de escape en la emigración a la Argentina y a Cuba, principalmente.
En 1903 se publicó el libro “La Virgen de Capilludos. Su templo y su culto.” Fue escrito por Francisco Recio Urdiales, Padre Pasionista, nacido en Castrillo Tejeriego en 1864, y muerto como misionero en Chile en 1927. Fue Autor también de otros libros de carácter religioso. Contiene la primera historia escrita del pueblo.
También la política hizo su aparición. Castrillo tuvo su político particular, tipo cacique, llamado Francisco Cortijo Rey, que construyó una casa de piedra en la Plaza Mayor (la primera planta) que conserva sus iniciales. También su partido opositor encabezado por la familia de los Recio. Esta tensión explotó en una noche de principios de siglo XX, hacia 1905, llamada “la noche de los tiros” en la que ambas partes estuvieron intercambiando disparos de escopeta al aire. Nadie en el pueblo pudo dormir ni se atrevió a intervenir hasta que a la mañana siguiente la guardia civil restableció el orden.
Entre 1912 y 1931 se realizaron varias roturaciones del monte “El Paradero”, hasta entonces poblado de roble para frenar la inmigración. En 1926 hubo un intento de legitimar las roturaciones a favor de sus poseedores, es decir que el monte pasara a propiedad particular. Sin embargo la iniciativa no prosperó y finalmente se estableció en 1931 el sistema actual de “suertes” de por vida, que como hemos visto tiene un precedente muy antiguo. Después de la Constitución de 1978 este derecho se amplió a las mujeres.
La guerra civil dejó su huella con al menos dos muertos o “caídos”en el frente de guerra por el lado nacional, y más de 20 encarcelados por el bando republicano, de los cuales uno, Adolfo Moro, maestro cesado de Castrillo, murió en la cárcel.No hubo sin embargo fusilamientos mediante paseos como en otras poblaciones.
Después de la guerra la población continuó una línea ascendente hasta llegar al máximo en 1950, con 750 habitantes. A partir de esa fecha empezó un descenso de población por emigración a las ciudades que al principio fue lento, y en la década de los 60 muy rápido. A partir de 1970 el descenso fue paulatino. El siglo finalizó con unos 249 habitantes, y un pueblo muy envejecido, que augura que el descenso en los próximos años continuará.
El descenso de población fue paralelo a un aumento de la mecanización de la agricultura: en los años sesenta desaparecieron los animales de tiro, sustituidos por tractores y cosechadoras y todo tipo de máquinas.
Es notorio también el regadío, con la perforación de pozos y sistemas de riego por aspersión. En 1947 se formó una Comunidad de Regantes que construyó un canal de riego de cemento por el valle del Jaramiel con dos balsas en el arroyo, que fue luego abandonado en los años 60 por los sistemas de riego por aspersión.
En 1965 la concentración parcelaria dio un gran impulso a la mejora económica: las parcelas antiguas, muy divididas, se sustituyeron por pocas parcelas pero de gran extensión. Esto facilitó la mecanización y el regadío y supuso el salto a la agricultura moderna.
Paralelamente se mejoró el equipamiento municipal: en 1960 se inauguraron nuevas escuelas, en 1970 llegó al agua corriente a las casas y el asfaltado a las calles.
Sin embargo en los años 70 dejaron de vivir de forma permanente en el pueblo los principales personajes de su vida cotidiana: el cura, los maestros, y el médico. El descenso de la población se hizo constante al no ser capaz de ofrecer empleos alternativos a la agricultura.